LA VEJEZ NO ES UNA ENFERMEDAD
No existe una edad uniforme para considerar “vieja” a nuestra mascota. Los procesos de envejecimiento y su velocidad de evolución varían mucho de una raza a otra (e incluso entre individuos). Como norma general debemos tener en cuenta que a menor tamaño, a priori, más longevidad. Así es razonablemente habitual encontrar caniches que superan los 16 años y, por el contrario, es difícil encontrar un mastín que supere los 12. De todos modos, a efectos aplicativos, consideramos que a partir de los 7 años nuestro perro es mayor. Alcanzada esta edad debemos tener ciertos cuidados adicionales, o especiales, para con nuestra mascota.
Alimentación
Casi todas las marcas comerciales ofrecen piensos específicos para animales que han superado esta edad. Son los piensos denominados “senior”. Son alimentos más ricos en fibra para favorecer un tránsito intestinal que es más lento en animales de edad avanzada. Presentan niveles de grasa más bajos para no sobrecargar su hígado y porque se vuelvn más sedentarios. Aparte mejoran la calidad de la piel y el pelo por aporte de ácidos grasos, ayudan a la protección de las articulaciones,…
Chequeos
Un chequeo anual es aconsejable para todas las mascotas. A partir de los 7 años se hace más importante si cabe un chequeo geriátrico específico. En este examen debemos valorar:
.- dentición: es más frecuente la presencia de sarro, gingivitis, pérdida de piezas dentales y otras patologías que pueden dificultar la normal alimentación de la mascota.
.- ojos: con la edad, la patología más frecuente son las cataratas que pueden llegar a dejar ciega a nuestra mascota. Afortunadamente, hoy en día, incluso se pueden operar.
.- articulaciones: son habituales los procesos degenerativos (artrosis) por desgaste de los cartílagos. Procesos muy dolorosos y que limitan su actividad normal.
.- corazón: desgaste de válvulas, aumento anormal del tamaño cardiaco, hipertensión, etc.
Se debe hacer un análisis de sangre para determinar si la función del hígado y los riñones es correcta y, en caso de no serlo, poner el tratamiento necesario lo más pronto posible.
De cualquier modo, se debe acudir al veterinario ante cualquier síntoma como cojera, tos, fatiga, vómito, diarrea, apetito insaciable, sed exagerada, dificultad para levantarse o subir escaleras, etc. Todos estos pueden ser síntomas iniciales de patologías más serias.
Mejorar su calidad de vida
Con una alimentación correcta y prestando atención a posibles enfermedades hacemos mucho por nuestra mascota, pero podemos hacer más. Es habitual que los animales seniles reduzcan su actividad de forma drástica. Los propietarios dicen entonces que el perro ha tenido un “bajón” y que ya se le nota la edad. Evidentemente, el desgaste de su organismo no lo podremos solucionar pero, con antioxidantes y mejoradores del riego cerebral podemos hacer que nuestra mascota se recupere en buena parte de su “bajón”. Otro tanto cabe decir de las cojeras y las dificultades de movimiento. La artrosis no la podemos eliminar, pero podemos retrasar su avance y evitar el dolor con antiinflamatorios y con protectores de los cartílagos. Todas estas son medicinas que se pueden utilizar durante periodos de tiempo prolongado y que, fundamentalmente, van a hacer que la calidad de vida de nuestra mascota sea la mejor posible. No podemos dejar que nuestro animal se vaya apagando poco a poco sólo por el hecho de que ya es viejo porque… la vejez no es ninguna enfermedad.
EL GATO GERIÁTRICO
Cada vez es más común ver en las consultas gatos de edad muy avanzada. Evidentemente, los mejores cuidados, los avances en medicina veterinaria y los alimentos equilibrados, redundan en un incremento de la longevidad y una mejora en la calidad de vida de los gatos.
Pero, al mismo tiempo, han surgido patologías asociadas a la edad que suponen un reto importante y que nos exigen cuidados específicos y especializados para este grupo de pacientes.
Resulta muy llamativo que hasta el 90% de los gatos mayores padecen artrosis, con el consiguiente dolor que supone para el animal. EL problema es que los gatos tienden a no mostrar dolor ni debilidad. Por eso, la artrosis, es muy difícilmente detectada por el propietario. A pesar de la falta de signos clínicos, es una patología que debe ser diagnosticada y tratada para procurar una mejor calidad de vida a nuestro gato.
Se estima que más del 30% de los gatos mayores de 10 años padecen de insuficiencia renal crónica. Es una patología muy grave que cursa de forma asintomática hasta que está en fases muy avanzadas. Muchas veces, cuando aparecen los síntomas, es demasiado tarde. Es importante que, a partir de los 8 años, comprobemos si la función renal de nuestro gato es normal. Muchas veces es suficiente con un simple análisis de orina, aunque lo ideal sería hacer un control de sangre y orina.
Es cada vez más común ver síndromes asociados a degeneración neuronal en los animales mayores. Se observa que tienen una peor relación con su entorno habitual, pueden llegar a desorientarse, vocalizan de forma desmesurada, los propietarios relatan que a veces parece como si no les reconociera… Como consecuencia de la edad, se va deteriorando el cerebro, disminuye el grosor de la corteza cerebral, se acumulan radicales libres y, consecuentemente, aparecen cuadros de senilidad que antes no se solían ver.
Otra patología frecuente en los gatos mayores es el hipertiroidismo, que cursa con síntomas muy inespecíficos como adelgazamiento, vómitos, incremento de la cantidad de orina.
Muchas de estas patologías pueden ser curadas o, al menos, tratadas para mejorar la calidad de vida de los gatos. El profesional veterinario podrá establecer una serie de pruebas diagnósticas y de seguimiento para plantearnos los tratamientos más adecuados para nuestro gato mayor.