La próstata es una glándula que se encuentra situada alrededor de la uretra, justo después del cuello de la vejiga de la orina, en perros machos. En los gatos machos, la próstata está a medio camino entre la vejiga y el final de la uretra; como los gatos se castran con más frecuencia que los perros, no suelen tener problemas prostáticos. Es una glándula que se encarga de producir una parte importante del líquido seminal y por eso se relaciona de forma muy estrecha con la reproducción. Aparte de su función y su situación hay otro factor que nos permite comprender mejor sus alteraciones y es que están muy relacionados los niveles de hormonas masculinas y la función/tamaño de la próstata.
Debido a la posición anatómica que ocupa la próstata, cuando se produce una alteración en ella, aparecen primero síntomas urinarios. Entre ellos cabe destacar la dificultad para orinar, retención urinaria y hematuria). También pueden observarse síntomas digestivos como diarrea, estreñimiento, dolor y/o dificultad para defecar. Con menos frecuencia podemos observar problemas neurológicos (debilidad posterior, parálisis, paresia,…) o dificultad para caminar.
El problema más frecuente en perros es la hiperplasia prostática; se trata de un crecimiento exagerado, regular y no doloroso de la próstata debido a un exceso de hormonas masculinas que puede aparecer en los perros a partir de los 5 años.
Otro problema es la prostatitis, que consiste en una inflamación/infección de la próstata, que produce dolor y fiebre; si el proceso es muy severo pueden formarse abscesos prostáticos.
Los quistes prostáticos son acúmulos de líquido estéril en la próstata, que sólo suelen producir problemas si alcanzan un tamaño importante; ocasionalmente sólo originan hematuria intermitente.
También puede encontrarse, aunque es poco frecuente, tumores en la próstata, tanto benignos como malignos.
Todas estas patologías pueden aparecer de forma separada o en combinación, por ejemplo una hiperplasia prostática y una prostatitis.
Cada problema tiene su tratamiento específico, salvo los tumores malignos. Se suelen utilizar antibióticos, antiinflamatorios, analgésicos, hormonas, e incluso cirugía. Junto al tratamiento, el veterinario suele recomendar la castración del animal para solucionar el problema pues, como ya hemos comentado, se trata de una glándula influida por las hormonas masculinas. Al desaparecer dichas hormonas, la próstata se reduce y se atrofia, contribuyendo a la curación. Otra consideración a tener en cuenta es que cualquier tratamiento de la próstata reduce o anula, de forma temporal o permanente, la capacidad reproductora del animal.